Autor: Manoel Barros
Ilustrador: María Wernicke
Traductor: José Ioskyn
Editorial: Portaculturas
Colección: Periquito
Año: 2022
Páginas: 40
Tamaño: 16 x 12
Encuadernación: tapa blanda
Edad recomendada: todas las edades
Descripción:
Hay libros que abren una ventana a la infancia en su estado más puro: ese territorio donde todo es posible, incluso cargar agua en un colador. En este cuento de Manoel de Barros, la imaginación es la fuerza que mueve el mundo. Un niño se dedica, con la mayor seriedad del juego, a realizar lo imposible, y en ese gesto simple nos recuerda que la creatividad es una forma de mirar: una manera de estar vivos. Las ilustraciones de María Wernicke envuelven el texto con su trazo delicado y atmosférico, acompañando con suavidad la poesía de Barros. Cada imagen es una caricia visual que potencia la ternura, la melancolía luminosa y la libertad que habitan en el libro. El niño que cargaba agua en el colador es un homenaje a la infancia como territorio de invención, a la poesía como respiración y al asombro como refugio.
Por qué lo amamos:
Porque celebra la imaginación como lenguaje propio de las niñeces.
Porque el encuentro entre Barros y Wernicke es pura sensibilidad.
Porque nos invita a desacelerar, contemplar y volver a creer en lo imposible.
$15.000,00
Autor: Manoel Barros
Ilustrador: María Wernicke
Traductor: José Ioskyn
Editorial: Portaculturas
Colección: Periquito
Año: 2022
Páginas: 40
Tamaño: 16 x 12
Encuadernación: tapa blanda
Edad recomendada: todas las edades
Descripción:
Hay libros que abren una ventana a la infancia en su estado más puro: ese territorio donde todo es posible, incluso cargar agua en un colador. En este cuento de Manoel de Barros, la imaginación es la fuerza que mueve el mundo. Un niño se dedica, con la mayor seriedad del juego, a realizar lo imposible, y en ese gesto simple nos recuerda que la creatividad es una forma de mirar: una manera de estar vivos. Las ilustraciones de María Wernicke envuelven el texto con su trazo delicado y atmosférico, acompañando con suavidad la poesía de Barros. Cada imagen es una caricia visual que potencia la ternura, la melancolía luminosa y la libertad que habitan en el libro. El niño que cargaba agua en el colador es un homenaje a la infancia como territorio de invención, a la poesía como respiración y al asombro como refugio.
Por qué lo amamos:
Porque celebra la imaginación como lenguaje propio de las niñeces.
Porque el encuentro entre Barros y Wernicke es pura sensibilidad.
Porque nos invita a desacelerar, contemplar y volver a creer en lo imposible.